¿Es posible hablar de una filosofía
latinoamericana?
Cuando hablamos de
filosofía, inmediatamente volvemos nuestra mirada a una gran cantidad de temas
abordados por los diferentes filósofos a través de la historia hasta nuestros
días, que, si bien cimientan muchas posturas, no constituyen el centro de este
escrito, por tanto, para ahondar en la intención personal por exponer, es
necesario aclarar de una manera explícita mí opinión sobre la existencia o no
de una filosofía latinoamericana.
En primer lugar uno de
los puntos más incognitos dentro del conocimiento humano es el preguntarse
sobre en qué consiste la filosofía, y cuál es la razón o el fundamento sobre el
filosofar; por tanto, esto consiste en una tarea arduamente complicada, por el
hecho de dar una definición concreta, sin embargo, a nivel personal la
filosofía es ese amor por la sabiduría, es decir, la sabiduría misma que va
haciendo que el ser humano incorpore a su ser un saber especial capaz de
ahondar en el conocimiento de las cosas y poder así desarrollar todo un método
que desempeña dicha ciencia, por tanto, podríamos afirmar que a partir de la
definición de filosofía expuesta aquí, el filosofar consiste en un proceso por
el cual el ser humano juega un papel protagónico que le permite gracias al
cuestionamiento y otras series de ejercicios mentales, lograr un conocimiento
pleno de las cosas, en síntesis es una acción de búsqueda para poder dar
sentido y explicación a las cosas, adquiriendo sea de paso una ampliación del
conocimiento.
A partir de esto y
siempre dentro de mi criterio, no existe una filosofía latinoamericana en
específico, ya que esto equivale a limitar la filosofía a una localidad
explícita, y dicha ciencia como tal, es inherente a todo ser humano ya que
nuestra vida desde que nacemos es un constante conocimiento que conlleva al
desarrollo del saber; por ello mi afirmación cabe destacar en que lo existente
corresponde a un filosofar latinoamericano, es decir la acción filosófica
llevada a cabo en el contexto de los pueblos originarios de Latinoamérica, que
en un tiempo específico cimento las bases de la civilización autóctona marcada
por las cuestionantes sobre la naturaleza y la vida humana.
La filosofía corresponde
a algo presente en toda mente, pueblo y nación; es algo inherente
al ser humano, el cual por su naturaleza es dotado de razón que instantáneamente
va moldeando el sentido de los hechos de la vida hasta alcanzar un razonamiento
lógico, permitiendo abrir nuevos horizontes hasta el punto de establecer una
integridad de todo el ser; por tanto todo ser humano, es un ser pensante, lo
que caracteriza a la filosofía, como un medio universal es decir, no existe un
ser humano en la tierra que no la posea y por ende jamás va ser limitada a un
pueblo o a una cultura específicos, más aún, su especialidad es propia de cada
hombre y mujer. Al respecto claramente nos
podemos respaldar en la figura del pensador Hegel quien proponía que la
filosofía verdadera consistía en una filosofía perenne, que identifica una
filosofía general que se puede ver marcada por regionalismos, pero que conserva
su universalidad, como sentido propio del hombre. Así pues, el filosofar
latinoamericano, es capaz de consolidar una identidad propia, que responda a
las muchas inquietudes del saber humano, tal y como lo hicieron en otro
momento, los grandes sistemas filosóficos occidente-europeos.
El devenir histórico de Latinoamérica
nos sitúa en la lucha por la libertad de nuestros pueblos, debido a la opresión
por parte de los imperios que buscan constantemente poseer el control de la
región. Por tanto, es la historia cultural la que se ha visto más afectada en
cuanto a la pérdida total de lo que en algún momento identifico a nuestros
antepasados dentro del carácter filosófico; al analizar un poco la historia de
nuestros pueblos, se puede percibir como el filosofar se ha desarrollado en
épocas que han establecido niveles o periodos conéctales y condicionales que
determinan cada detalle histórico. En un principio podríamos indicar que los
primeros pobladores ante su tarea filosófica desempeñaron un papel
indispensable debido a que en los pocos escritos que se conservan de los
pueblos indígenas, se evidencia la presencia de un pensamiento filosófico
propio. Una concepción del ser, de la realidad, del origen y el papel del
hombre sobre la tierra, ahondar en los inicios de nuestro filosofar
latinoamericano amerita detenernos un momento en la visualización de los
pueblos autóctonos de nuestro continente, mismos que vislumbraron sus
conocimientos a partir de diversas formas de razonamiento, dándole paso a
consolidaciones propias del contexto histórico en el que se desenvolvían.
Según el autor, Leopoldo
Zea:
Nuestra
acción filosófica comienza con la polémica sobre la humanidad indígena, el
nativo de estas tierras en el momento de la colonización española. En
Latinoamérica la filosofía ha tenido una función y ésta ha sido la función
ideológica con respecto al orden social y político. (Zea, 1978 pág. 16).
Para Zea la filosofía en
los actuales pueblos latinos, tienen su origen en las culturas precolombinas
quienes llenaron de asombro a los conquistadores al toparse con situaciones de
orden progresivo, tradiciones armoniosas con la naturaleza, estilos de vida y
significados representativos; pero es el proceso de conquista o
instalación de las estructuras de poder europeo sobre los pueblos indígenas y la
colonización, donde se impone una filosofía totalmente extranjera sobre un
pensar autóctono; quienes constituyen un papel fundamental en la construcción
filosófica, ya que las influencias adquiridas van creando dentro, una mezcla de
estilos renacentistas que alcanzan y consolidan diversas formas sociales,
políticas y religiosas, provocando nuevos estilos filosóficos que van identificando
a los diversos pueblos latinoamericanos. Añadido a esto resalta el periodo
independista que, a partir de la mezcla de pensamientos, constituye una etapa
de madurez que, a pesar de la decadencia autóctona, es capaz de implementar una
nueva forma de identidad en pro de la libertad de dichos pueblos surgentes.
Con estos fundamentos
autores como Augusto Salazar Bondy expresan que la filosofía al igual que todo
lo demás fue traída por los españoles, por tanto, surge a partir de este
momento como imitadora del movimiento filosófico europeo.
Para Bondy:
La
filosofía fue traída por los españoles porque estos vinieron a conquistar y a
dominar la tierra americana e importaron con ellos las armas intelectuales de
la dominación. No puede extrañarnos, entonces, que en gran parte el examen de
la filosofía hispanoamericana se convierta en el relato de la llegada de la
filosofía occidental a nuestros países y de su paso por ellos, la narración del
proceso de la filosofía europea en América hispanoindia, más que el de una
filosofía generada en nuestro propio ambiente espiritual, de una filosofía de
nuestra América. (Bondy, 1968, pág.
38).
En
mi sentir, afirmar las palabras del señor Bondy correspondería a recaer
nuevamente en filosofías regionales y desligadas de la verdadera filosofía
aclarada al inicio de este ensayo. Por tanto desde mi punto de vista la
filosofía en Latinoamérica nunca ha de verse como algo que fue traído o
intercambiado dentro del encuentro de culturas, sino como una acción que ya
existía en nuestros pueblos por la naturalidad del saber en cada hombre y que tuvo
todo un devenir gracias a los acontecimientos históricos, dígase periodos o
etapas que interfirieron directamente en las sociedades autóctonas y que
generaron grandes dependencias políticas y culturales de Europa, originando una
línea de descarte e incomprensión por lo nato del continente, con la
justificación de un supuesto salvajismo, costumbres alteradas y formas de vida
inadecuadas, según los conquistadores, todo esto impulso una imposición de planteamientos
filosóficos europeos que poco a poco se fueron expandiendo sobre nuestra
tierra, dando como resultado el papel del colonizador sobre el colonizado, y el
sometimiento de este último para con el primero. Un ejemplo claro lo tenemos
con el pensamiento escolástico mediante la asimilación de fundamentos
transmitidos a través de la fe católica, con el fin de perpetuar los intereses
religiosos, sin embargo, esto no se queda allí, por el contrario, la conquista
de América no fue sólo mediante la fuerza y el uso de las armas, fue necesaria
también una imposición ideológica, o una exterminación o aislamiento de las
formas de concebir el mundo local.
La historia americana ha
sido caracterizada por vivir bajo la opresión de múltiples imperios que en su
afán expansionista arrasaron con todo lo que encontraron a su paso para lograr
así posición en el marco competitivo de los grandes reinos occidentales, pero
nuestros pueblos han demostrado que a pesar de la tribulación, allí donde hay
pensamiento sobre las verdades fundamentales, hay acción filosófica, es decir
existe un filosofar, por tanto denigrar el filosofar latinoamericano significa
negar la capacidad de razonar que poseemos y ante todo destruir la posibilidad
de igualdad de todos los hombres como seres pensantes.
Desarrollar toda una base
de datos históricos que permita evidenciar el filosofar latinoamericano desde sus
principios, no es un tema sencillo, ya que ante la carencia de nitidez en la
información, la variedad metodológica en las diversas delimitaciones y la
ambigüedad por parte de los colonizadores, suman una serie de elementos que impiden
la total claridad para afianzar estrictamente el filosofar de nuestros
antepasados, agregando a esto nos encontramos con el paso del tiempo, una
mezcla de ideologías manifestada en la educación proveniente de Europa, misma
que se enfocaba en los sistemas filosóficos de dicho continente, haciendo
expansivas sus repercusiones en Latinoamérica, como lo es el caso del
positivismo.
Volviendo al punto de la
filosofía como un acto de cualquier ser pensante, entendemos como esta no debe
ser comprendida como algo propio de zonas o sitios específicos, incentivando la
duda en que si unos pueblos pueden implementarla y otros no; aquí cabe aclarar
que la filosofía es un tema universal que en su desarrollo se puede ver
reflejada o representada por zonas específicas, de esta manera apelo a la
posición de Francisco Miró cuando indica dentro de las posturas del filosofar
latinoamericano.
Los
de postura intermedia, o perspectivista hablan de una posibilidad fehaciente de
hacer filosofía respondiendo a las grandes interrogantes universales, pero
desde una realidad y perspectiva específica que la define, la atañe y la
caracteriza. (Miró,
1984, pág. 19).
Según Miró, es en esta
postura donde el quehacer del pensamiento filosófico se coloca por encima de
solamente lo universal, nutriéndose así de las realidades y circunstancias
propias de cada región, que para mi opinión significa el filosofar. Donde
poseemos una única filosofía que es desarrollada y estimulada por el
pensamiento de cada lugar.
En Latinoamérica podríamos
decir, que ha existido un filosofar desde los pueblos originarios ya que:
Si
existía u había existido una realidad filosófica en nuestros países, cualquiera
que ésta hubiera sido, la respuesta es obvia porque efectivamente, la filosofía
ha tenido una función en nuestras sociedades a lo largo de la historia… Y esto
nos lleva a valorar la importancia de lo latinoamericano y su equivalencia con
lo griego, lo alemán, lo francés o lo inglés. (García, 1983 pág. 36).
De esta manera, aún más,
se puede garantizar la equivalencia e importancia del filosofar latinoamericano
en función de la filosofía universal, como un pensamiento que involucra cuestionamientos
según los acontecimientos propios de cada región, determinando el rostro del
filosofar latinoamericano, como el rostro del sujeto cognoscente que ha hecho
de su vivencia una filosofía.
Ahora bien, el sentido
del filosofar latinoamericano propiamente radica, en el interpretar la realidad
desde nuestras raíces culturales, étnicas, sociales, políticas, científicas
entre muchas más, permitiendo un razonamiento filosófico con base en ciertos
comportamientos de nuestros antepasados como su vida moral, sus tradiciones
culturales, sus términos folclóricos, técnicos, lingüísticos y religiosos, su
arte, sus instituciones políticas y sobre todo, su pensamiento, que como lo
expresa el autor Alfonso Reyes han de ser aceptadas y respetadas ya que
constituyen junto con muchos pueblos más, temáticas prioritarias de la
tradición histórica del mundo.
Ante
todo, no nos referíamos sólo a la tradición europea, sino a toda la herencia
humana. En seguida, por síntesis entendíamos la creación de un acervo
patrimonial donde nada se perdiera, y para el cual los hábitos de la
inteligencia americana nos parecían bien desarrollados por los motivos antes expuestos. (Reyes, 1936 pág. 265).
Si bien es cierto, el
filosofar latinoamericano ha ido añadiendo hasta nuestros días ciertas características importadas desde
Europa, para poder así redirigirse a sus necesidades que poco a poco van
buscando una legítima libertad, en medio de la gran cantidad de conflictos que
han caracterizado a estas tierras marcadas por la opresión, la lucha y el
dominio; pero estos elementos han favorecido muchas veces al surgimiento de
Latinoamérica como un espacio cultural, que al añadir elementos externos logra
un tipo de mestizaje con lo interno, desarrollando características muy propias
y diversas al occidente europeo, por ejemplo en el sentido religioso, a pesar
de que muchas de las tradiciones religiosas fueron importadas propiamente de
España, no es el mismo sentido español, que el de los pueblos latinoamericanos
en temas de expresión de fe y fervor religioso, dando como resultado una
connotación propia y diferenciada.
Por tanto analizar el pensamiento filosófico en Latinoamérica
consiste en ver los elementos europeos adquiridos, como medios por los cuales nuestra
región ha ido impulsando una toma de conciencia histórica de sí misma, de
manera que el latinoamericano se ha servido de ideas que le eran relativamente
ajenas para enfrentarse a su propia realidad, ejemplo de esto lo vemos con la
ilustración y su manifestación en los procesos de independencia; siguiendo esta
misma perspectiva cabe destacar el papel fundamental de la ideología filosófica
de la liberación, la cual estimuló la necesidad de implementar un pensamiento
propio de los pueblos latinoamericanos sin ningún tipo de influencia europea y
así lograr toda una identidad como forma característica, y que según Guillermo
Hurtado:
Para que nuestra
filosofía sea auténtica, no sólo debe reflexionar pasivamente acerca de las
condiciones de opresión e injusticia que nos imponen desde afuera las potencias
coloniales y desde adentro las clases dominantes, sino que debe ser un
instrumento más para alcanzar dicha liberación. (Hurtado,
2000, pág. 368).
Por ello nunca se ha de perder de vista, el afán
tiránico que caracterizó a los grandes imperios hasta nuestros días, y como las
clases dominantes de nuestras naciones se empeñaron por borrar todo rastro
historio alusivo a nuestra cultura; es por esto por lo que la filosofía de la
liberación se sitúa como una de las principales fuentes de pensamiento que
implica un proceso de reavivamiento autóctono para poder así equiparar a la
región latina con el resto del mundo.
El problema del
pensamiento latinoamericano radica en la inautenticidad, vista como un corte
que afecta a toda la sociedad partiendo desde el plano cultural hasta llegar a
lo profundo de cada individuo. Para lograr la autenticidad, se ha de tener en
cuenta la importancia de establecer una memoria histórica, capaz de superar la
característica de seres colonizados, de esta manera el filosofar liberador, conducirá
al ser pensante a cuestionarse sobre la realidad latinoamericana, como fundamento
de bienestar social y así aportar en la construcción de una verdadera
humanización, basada en la filosofía perenne como ente garante de dicho
acontecimiento. Es solo de esta manera como el filosofar latinoamericano ha de
retomar con mayor fuerza sus indicios y construir lineamientos propios.
Para ir concluyendo
podemos establecer que todos estos elementos históricos son los que han
moldeado la forma en la que los pueblos latinoamericanos piensan y afrontan las
realidades que se van suscitando y que en nuestra actualidad se ven golpeadas
por grandes sistemas como la globalización y el desarrollo tecnológico que
debilitan la experiencia local y dan paso a múltiples idiosincrasias culturales
y globales, que atentan contra los muchos pensamientos desarrollados en los
pueblos, de tal forma que el origen del problema planteado anteriormente radica
en una tendencia por desplazar cualquier tipo de memoria filosófica
latinoamericana y en su vez, establecer una disposición europea de pensamiento.
Es por esta razón que hoy
en día existen varios esfuerzos por hacer resurgir el filosofar latinoamericano
desde la vía práctica, manifestada en acciones concretas que re direccionan el
camino hacia la conformación de comunidades y el fortalecimiento de tradiciones,
tal y como lo expresa José Carlo Mariátegui cuando indica que,
Somos
pueblos nacientes, libres de amarras y atavismos, con inmensas posibilidades y
amplios horizontes delante de nosotros. El cruzamiento de raza nos dio un alma
nueva. Al interior de nuestras fronteras acampa la humanidad. Nosotros y
nuestros hijos somos síntesis de razas. (Mariátegui,
1979 pág. 60).
De esta manera el
filosofar latinoamericano nunca puede ser visto como una inclinación por una
nueva filosofía, ya que el sentido filosófico es único, sino que ha de
fortalecer toda aquella expresión memorial que se va formulando en una
identidad con características propias y bien estipuladas, ya que donde no
existe una memoria histórica, mucho menos puede existir un pensamiento propio o
una tradición.
Así pues, a modo de
síntesis podemos corroborar que el sentido filosófico latinoamericano posee
como objetivo la conjugación de lo autóctono con lo heredado por el pensamiento
occidental europeo, y de esta manera afronta con pasión, la libertad y la soberanía
que los habitantes han construido durante tanto tiempo por medio de tradiciones
culturales que sustentan cada uno de los hechos dentro de la historia de los
pueblos.
Bibliografía
ü Bondy, A. S. (1968). ¿Existe una filosofía de
nuestra América? México: Siglo XXI.
ü Hurtado, G. (2000). Balance y Perspectivas de la Filosofía
Latinoamericana. México D.F: UNAM.
ü Jaksic, J. E. (1983). Filosofía e identidad en América Latina.
Venezuela: Monte Avila.
ü Mariátegui, J. C. (1979). Existe un pensamiento
hispanoamericano? Bogotá: El Buho.
ü Miró, F. (1984). La Filosofía y la creación intelectual.
México: Siglo XXI.
ü Reyes, A. (1936). Notas sobre la Inteligencia Americana. Revista
Sur, 24.
ü Zea, L. (1978). Filosofía de la Historia Americana.
México: Fondo de Cultura Económica.
Al abordar el tema de la filosofía latinoamericana, los puntos de vista son diversos y distintos, es por eso por lo que se tiene que tener claro desde el principio, cual es el punto al que se quiere llegar. Creo que la estructura del ensayo es buena, pero te sugiero que aclares que es lo que quieres hacer en el ensayo, de una forma más concreta, y que definas cual es la tesis que propones.
ResponderBorrarGracias lo tomaré en cuenta.
BorrarLa esencia de un ensayo argumentativo es partir de una posición personal y sostenerla a partir de argumentos y referencias. Ud habla ya hasta de "etapas de la Filosofía Latinoamericana", pero el tema es si esta filosofía existe en realidad.
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