Para dichos pueblos el planeta poseía varios pisos tanto hacia arriba, como hacia abajo de la tierra, donde lo que habitaba en la parte superior eran los dioses y la parte inferior era el Mictlan es decir, el mundo de los muertos.
Un dato curioso con respecto a la visión de muerte, consistía en la ausencia casi total de algún tipo de temor o incertidumbre por parte de los habitantes, ya que su percepción era profundamente de coexistencia es decir, hasta cierto punto se convirtió en una necesidad para lograr trascendencia y continuidad en su ciclo vital, por tanto los sacrificios humanos, correspondían a ofrendas otorgadas a los dioses en compensación por los bienes recibidos y en otros casos como suplica para mantener el equilibrio cósmico.
Ante todo esto es de suma importancia, tener en cuenta la posición del sacerdote sabio Quetzalcoatl, quien propone una serie de consejos para lograr el equilibrio, de esta forma no existía la necesidad de sacrificios mortales; para este sacerdote el hombre debía centrar su mirada en la creación de la Toltecayotl, la cual era una especie de artes plasticas y sociales, que permitían entrar en armonía con la acción creadora de Ometéotl, quien era el dios creador, este dios era concebido de una forma dual manifestado en la época dorada.
Otro punto importante a considerar es la posición de la filosofía Náhuatl como autora de los cuestionamientos sobre el destino del hombre, sobre la tierra, y las formas de reproducir la verdad en relación a la divinidad, la muerte y el más allá; por tanto dichos pensamientos, permiten un desenvolvimiento de temas que fundamentaran un amplio panorama antropológico latinoamericano.
Complementando la ultima parte sobre la filosofía nahualt, para ellos era importante conocer que es verdad y que es mentira de los hombres. Interesante ver que hay un enfoque antropológico y no de la naturaleza "physis"
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