La obra inicia narrando como una vez
descubiertas las tierras americanas, estas fueron habitadas por los españoles tan
solo un año después, la isla Española primera en descubrirse, constituía una de
las más pobladas por los seres naturales de la región, dichos individuos eran
caracterizados como gentes simples, humildes, pacientes, pacíficos, sin
rencores, sin odios, despojados de lo material, sin maldades ni dobleces, con
una obediencia prolongada y una fidelidad exquisita, tanto a sus señores naturales
como con quienes iniciaban vínculos. Esto los catalogaba como idóneos y capaces de recibir la fe católica, pudiendo así acrecentar grandes virtudes que se encontraban innatas en su cultura.
Pero no todo podía
ser tan bueno, para los españoles estos seres fueron interpretados como
animales totalmente lejanos de la civilización, dignos de muerte y de exterminación; por tanto en un periodo muy breve, islas como Cuba,
Lucayos, San Juan, Jamaica, entre otras, quedaron como pueblos fantasmas ante el exterminio y el traslado de su gente hacia la isla Española, cuarenta
años fueron asechados los pueblos originarios por las tiránicas e injustas
obras de los españoles cristianos, quienes buscaban con gran esmero el oro y las riquezas de los indígenas, pudiendo de esta forma alcanzar algún tipo de posición dentro de la burguesía de aquella época.
A pesar del buen
trato de los pueblos originarios para con los españoles, estos ignoraron
cualquier respeto o estima por aquellas almas que fueron arrancadas de lo suyo, sin ni siquiera poder acudir a la fe, o los sacramentos, justificando tratos
inhumanos como robos, muertes, violencias, entre muchas más, con sentidos totalmente absurdos y fuera de lugar. Con todas estas situaciones los pueblos originarios comenzaron a comprender que aquellos hombres a quienes habían catalogado como dioses, no provenían del cielo, por lo cual muchos comenzaron a proteger lo suyo y se esmeraron en la fabricación de armas que les permitieran defenderse ante las asechanzas españolas, no obstante los españoles ejercieron aún más la fuerza, y sin piedad
arrasaron con todo en su camino incluyendo mujeres, niños y ancianos, en una verdadera y sangrienta masacre.
Dos situaciones fueron desempeñadas por los españoles en los pueblos indígenas, la destrucción de los poblados debido a las injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. Y la opresión con terribles torturas, situaciones de cautiverio y servidumbre como esclavos, que desempeñaron quienes sobrevivían a las guerras o eran entregados a suertes.
Dos situaciones fueron desempeñadas por los españoles en los pueblos indígenas, la destrucción de los poblados debido a las injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. Y la opresión con terribles torturas, situaciones de cautiverio y servidumbre como esclavos, que desempeñaron quienes sobrevivían a las guerras o eran entregados a suertes.
Existían en la isla Española cinco reinos,
de los pueblos originarios, el primero de ellos se llamaba Maguá, cuyo paisaje
natural era rico en recursos como el oro; su rey era Guarionex, el otro reino era
Marién, su rey se llamaba Guacanagarí, el cual murió huyendo de las matanzas y
crueldades de los cristianos. El tercer reino era Maguana, su rey era Caonabó. El
cuarto reino era Xaraguá, su rey se llamaba Behechio; El quinto reino se
llamaba Higüey y su reina se llamaba Higuanamá.
Una vez terminadas
las guerras, quienes quedaron con vida fueron repartidos entre los españoles
para que estos les inculcaran la fe católica, pero por el contrario, quienes se decían ser impartidores del cristianismo, se
caracterizaban por ser hombres crueles, avarísimos y viciosos, que explotaron a
los indígenas a través de trabajos forzosos sin ningún salario, terroríficos tormentos
y gran escasez de alimentos para con mujeres y niños, lo que aceleró la desaparición
de los pobladores originarios.
Con
respecto a la fe, esta, en muchos casos fue rechazada debido al mal ejemplo que imponían
los españoles, donde los aborígenes al contemplar todas las atrocidades que
realizaban sus evangelizadores, entendían al verdadero Dios amoroso y rico en misericordia, como un dios cruel y despiadado, que
castigaba sin contemplaciones, de esta manera muchos de los originarios ante la desesperación por los
martirios realizados, optaban por el suicidio propio y de sus familias, para de esta forma no alcanzar las crueldades de los españoles.
Ante todo lo anteriormente expuesto, vemos como desde nuestros antepasados hasta el día de hoy vivimos en una sociedad que busca imponer ideologías, cueste lo que cueste, sin importar el derecho natural a la libertad de rechazar o no una posición específica, al igual que en la conquista y la colonización de los pueblos originarios de Latinoamerica, la religión sirvió como medio de justificación para las peores atrocidades, hoy día es en nuestra sociedad, donde se buscan justificaciones para la imposición de realidades que benefician a unos cuantos, pero que se sitúan por encima de los demás al destruir el derecho de opinión como es el caso de los matrimonios entre personas del mismo sexo, el aborto, la eutanasia, entre otros, que atropellan el sentido común de muchos.
Ante todo lo anteriormente expuesto, vemos como desde nuestros antepasados hasta el día de hoy vivimos en una sociedad que busca imponer ideologías, cueste lo que cueste, sin importar el derecho natural a la libertad de rechazar o no una posición específica, al igual que en la conquista y la colonización de los pueblos originarios de Latinoamerica, la religión sirvió como medio de justificación para las peores atrocidades, hoy día es en nuestra sociedad, donde se buscan justificaciones para la imposición de realidades que benefician a unos cuantos, pero que se sitúan por encima de los demás al destruir el derecho de opinión como es el caso de los matrimonios entre personas del mismo sexo, el aborto, la eutanasia, entre otros, que atropellan el sentido común de muchos.
Bibliografía:
De las Casas, Bartolomé (1602) Brevísima
relación de la destrucción de las Indias.
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